CONSEJOS PARA LA CORRECTA CONSERVACIÓN DE LAS OBRAS DE ARTE

En las colecciones privadas, el deterioro o la mala conservación de una obra de arte puede implicar su devaluación económica. Por ello, se hace imprescindible un plan de conservación preventiva, para tratar de minimizar o evitar el deterioro de los objetos artísticos. Por tanto, es necesario el seguimiento y control de los riesgos de deterioro que afectan o pueden afectar en el futuro a una colección. El plan debe centrarse en factores como el riesgo de incendio, inundaciones, robo, vandalismo, la manipulación y la disposición inadecuadas de los objetos, el bio-deterioro, y las condiciones ambientales inadecuadas. Los medios de seguimiento y control dependerán del edificio o espacio donde se exponen las obras, de la naturaleza de las colecciones, su estado de conservación, su uso, la mayor o menor probabilidad de riesgo de deterioro, y evidentemente de los recursos del propietario.

La realización de un plan de conservación preventiva suele tener un elevado coste y además implica el estudio de los numerosos factores que nos ayudan a decidir cuáles son las acciones más adecuadas a llevar a cabo. Pero en muchos casos, pequeñas acciones, como las que vamos a describir, pueden ayudar en gran medida a la conservación de las obras de arte por parte de los propietarios, tanto en entornos públicos como domésticos.

Cuidado con la exposición a la Luz 

La luz es un factor de riesgo capaz de desencadenar cambios físicos y químicos en las obras de arte muy graves, debido a la irreversibilidad de esos cambios, especialmente en los orgánicos. Aunque cualquier luz mínimamente fuerte es perjudicial, la luz solar directa y la luz diurna son las más dañinas, ya que son las que más radiación ultravioleta contienen. Nunca subestime los niveles de iluminación en los ambientes de la vida cotidiana o en el trabajo. Son varios los aspectos que hay que controlar respecto a la iluminación; sobre todo, la intensidad de la luz y la composición de las radiaciones.

La iluminancia mide la incidencia de la luz sobre una superficie, su unidad es el lux y el instrumento utilizado para su medición es el luxómetro.

Los niveles máximos establecidos van en función de los materiales que componen la obra:

•Piedra y metal: 300 lux;

•Óleo y acrílicos: De 150 a 200 lux;

•Grabados y fotografías en blanco y negro: 150 lux;

•Temple, pastel, gouache, acuarelas, grabados y fotografías en color: 50 lux.

La luz tiene un efecto acumulativo, es decir, las obras de arte tienen «memoria» respecto a las radiaciones que reciben a lo largo de su vida y van acumulando la luz que reciben produciéndose daños cuando ésta ha sido excesiva. Nunca hay que permitir que la luz natural incida directamente sobre cualquier tipo de obra.

La iluminación artificial puede ser de: Incandescencia, es el caso de los halógenos y las bombillas tradicionales, pero su problema es la disipación de calor que producen y su carga térmica que eleva la temperatura del aire y baja la humedad relativa, además de alterar físicamente las piezas, por lo que se debe mantener una distancia de seguridad entre el foco de luz y la obra a iluminar.

Las luminarias Fluorescentes son más aconsejables, ya que es un tipo de luz más difusa que apenas emite calor, aunque los reguladores que incluyen sí se calientan, por lo que hay que prever donde se van a colocar éstos. Por último, las luminarias LED son las mejores porque no emiten calor y aunque necesitan algo más de mantenimiento merecen la pena.

Por lo tanto, a la hora de elegir el tipo de iluminación hay que tener en cuenta la intensidad, la luminosidad y la distancia con respecto al objeto a iluminar. Es muy importante que sea regulable, poder subir o bajar el nivel lumínico.

Otra característica que hay que tener presente, aunque ésta no afecta a la conservación de las obras de arte; pero sí a cómo se ven, es la referida al índice de reproducción cromática que debe ser lo más cercano posible al máximo (100) y la temperatura de color. En todo caso, lo mejor es dejarse asesorar por profesionales.

Vigila la Temperatura

Los cambios bruscos de temperatura implican la degradación física y química de los materiales orgánicos y de algunos sintéticos. Mantener este parámetro en unas condiciones estables es fundamental a la hora de garantizar la adecuada conservación de las obras de arte. Los parámetros considerados de referencia se encuentran entre 18-20º C. A partir de 25° C de se incrementa la oxidación de la plata en positivos y negativos fotográficos, así como el amarillamiento y la oxidación de las obras realizadas en papel volviéndose quebradizos. Para establecer los niveles finales hay que tener en cuenta el tipo de obras, su estado de conservación, la vida que han llevado a lo largo del tiempo y, en el caso, de colecciones privadas hay que tratar de hacer compatibles estos requerimientos a la necesidad de unos determinados niveles de confort humano.

Una solución podría ser dedicar una estancia de la casa, solamente, a albergar, por lo menos, las piezas más delicadas; así, se podrían establecer unos parámetros ambientales más acordes con las necesidades de las mismas. Pero si esto no es posible, una primera medida de control sería revisar los cerramientos y reparar las posibles deficiencias de aislamiento térmico.

También hay que evitar la colocación de obras de arte cerca de focos de calor como chimeneas o radiadores, así como de aires acondicionados. Los grandes cerramientos acristalados provocan una subida elevada de la temperatura de ese espacio o habitación, y por tanto, hay que evitar la colocación de piezas en esos lugares. Además, existen sistemas de control activo que se encargan de estabilizar las condiciones ambientales en los niveles requeridos: sistemas de climatización, aparatos de medición como el termohigrógrafo o los data-logger, más modernos. Existen múltiples alternativas en función de lo que el coleccionista pueda invertir.

Controla la Humedad

Los cambios bruscos de humedad relativa también pueden implicar la degradación de la obra. Los parámetros considerados de referencia se encuentran en alrededor de 50% de humedad relativa, aunque las obras realizadas en metal requieren de una humedad relativa más baja (30%).

Con valores superiores del 60% de humedad relativa se incrementa la oxidación. Por tanto, ventilar en exceso, especialmente en días de lluvia puede ser muy perjudicial, ya que hace que aumente rápidamente la humedad relativa del ambiente.

Como elementos activos, para los casos en los que la humedad relativa sea muy baja se pueden emplear humidificadores o deshumidificadores.

Evita la contaminación

La contaminación es otro factor de gran importancia, ya que el aire contiene sustancias que provocan reacciones químicas corrosivas y de oxidación de los materiales. Por consiguiente, hay que tratar de  alejar de las obras de arte cualquier fuente de humo, como pueden ser el procedente del tabaco, velas, chimeneas, extractores, etc.

Por otra parte, los microorganismos o esporas y el polvo del ambiente se adhieren a las superficies pictóricas. Este hecho es más evidente en el caso del óleo, que por su carácter graso atrae estas partículas oscureciendo el conjunto y acelerando el envejecimiento. Para paliar este problema existen filtros adecuados. 

También es importante la limpieza periódica de las obras para eliminar esos depósitos de polvo, pero sin frotar, con un simple plumero o un trapo suave. En el caso de tener piezas almacenadas es fundamental realizar un correcto embalaje. Otro factor de riesgo son las plagas ya sea de microorganismos, insectos o roedores, estás son más comunes que se den en el caso de piezas almacenadas, sobre las que no hay un control diario. En casos extremos con temperatura de 35° C en adelante y más de 65% de humedad relativa prolifera el crecimiento de colonias de hongos y microorganismos que se alimentan, por ejemplo, de la gelatina de las emulsiones fotográficas, de las fibras de celulosa de papel, la goma del encolado, etc.

En el caso de los almacenes, la ausencia de luz incrementa aún más el riesgo de aparición de microorganismos o insectos. Unas condiciones climáticas adecuadas, una ventilación regular del espacio, una limpieza periódica y una revisión cada poco tiempo de las piezas, son las acciones que pueden evitar la aparición de estas plagas.

Toma medidas de seguridad

El riesgo de incendio, inundación o robo, es algo no tan probable, pero en lo que toda persona que disponga de una colección de cierta envergadura debe de pensar y planificar.

Acciones que van desde realizar un plan de evacuación adecuado a la colección y a la estructura del edificio que la alberga; la colocación de detectores de incendios; sistemas de extinción, el mejor es el de agua nebulizada que no llega a empapar las piezas, o disponer de al menos un extintor de CO2, aunque el más recomendable para obras de arte es un extintor de gas denominado Novec 1230 de la casa 3M; o, como mínimo disponer de mantas ignífugas para cubrir obras que se encuentran almacenadas.

También existen vidrios resistentes al fuego durante un determinado tiempo, pero son muy caros, es el vidrio RF 60/90/120 según los minutos de resistencia. En ocasiones son métodos no muy costosos, simplemente aplicar algunas sencillas reglas: Una correcta enmarcación, un embalaje adecuado, la colocación de una obra en un entorno idóneo, etc., pequeñas cosas de las que hay que ser consciente.

Frente a posibles robos, los sensores detectores de presencia, blindar puertas, colocar rejas en las ventanas, son útiles frente al robo. También puede resultar útil para la identificación de piezas, en caso de robo, marcar los objetos en zonas poco importantes con tintas que se vean sólo con luz ultravioleta. No obstante, se desconocen los efectos a largo plazo de estas tintas sobre un objeto.

Precaución con los posibles riesgos y accidentes

Una manipulación poco cuidadosa y un empaquetado inadecuado para el transporte son los responsables de gran parte de los deterioros evitables. Por todo ello, la manipulación de los objetos de arte debe realizarse con sumo cuidado y utilizar siempre por ejemplo guantes de látex o algodón,  ya que así evitamos dejar nuestras huellas marcadas, además de no transmitir sustancias grasas y microorganismos presentes en nuestra piel.

Si va a transportar una obra muy delicada o valiosa, es mejor que contrate los servicios de transportistas profesionales especializados.

Guarda la documentación en un lugar seguro

Los propietarios de colecciones con cierto valor deberían considerar, la posibilidad de guardar sus inventarios, certificados y registros de sus obras de arte, en un lugar seguro. El mejor sitio sería en un banco. Si hubiera un robo, esta documentación permitiría al dueño determinar la envergadura del mismo y facilitaría la identificación y recuperación de los objetos robados. Además los certificados prueban la autenticidad de la obra en caso de que existan copias y falsificaciones del original.

Documentar las piezas de una colección es de la máxima importancia, primero por cuestiones de seguridad y en segundo lugar por hacer un buen seguimiento de su estado y reflejar cualquier tratamiento de conservación o restauración que hayan podido sufrir en el pasado.

Toda pieza de una colección particular debe ser fotografiada, preferiblemente a color, aunque como las fotografías a color se decoloran y sufren cambios cromáticos, los museos suelen fotografiar sus colecciones también en blanco y negro. Estas fotografías cambian menos y las alteraciones en el estado de las piezas se detectan mejor.