La Monna Lisa o Gioconda es posiblemente el cuadro más famoso que existe y es una de las obras más reconocibles que hay en el mundo. Por este motivo y aunque nunca haya sido tasado, si lo fuese, probablemente alcanzaría la cifra más alta de la historia del arte. Por ello, no es extraño que fuese robado del Louvre por Vicenzo Perrugia (pintor italiano) en 1911 aunque apareció dos años más tarde en Italia.
En 2005 fue instalada tras una vitrina antibalas en una sala especial donde está protegida del calor, la humedad y el vandalismo. El traslado y acondicionamiento tuvo un coste de 6 millones de dólares que corrieron a cargo de la misma cadena televisiva japonesa que patrocinó la restauración de la Capilla Sixtina.
Es la última gran obra de Leonardo, y de hecho estuvo retocándola hasta sus últimos días, llevándole cuatro años completar el proyecto. A posteriori, se sabe que perteneció al amigo y mecenas de Leonardo da Vinci, el rey Francisco I de Francia; y más tarde, a Napoleón. Sin pertenecer en ningún momento a la familia Giocondo. Algo curioso, porque la pintura fue encargada precisamente por Francesco del Giocondo para su esposa Lisa Gherardini. De ahí viene el por qué, también la llaman “La Gioconda”.